Con mucho pesar, pero también con mucho cariño extiendo mis condolencias y deseos de paz de Dios para la familia de la Sra. Margarita, a quien conocí mientras curcé mi enseñanza básica en la actual Escuela Arturo Prat Chacón, en ese entonces, E-14. Ella se desempeñó durante la jornada de la tarde, mientras yo cursaba 1 a 4 básico, desde 1981 a 1984. A través de mi mamá, Mara Levet, quien también fue profesora en dicho establecimiento, pude tener un poco más de cercanía en la sala de profesores con la Sra. Margarita, mientras esperaba a mi mamá y siempre y a lo largo de los años, cada vez que nos encontrábamos estaba su saludo cariñoso y su sonrisa dulce que quedarán para siempre en mis recuerdos y estoy segura que en la mente de todos quienes tuvimos la oportunidad de conocerla y que son fiel reflejo de esa personalidad de la que escuché de boca de sus hijos en su funeral. A veces sólo una sonrisa, como la de la Sra. Margarita, que sonreía hasta con sus ojos, con una transparencia tan grande y tan sincera, puede trascender para otras personas. Que Dios con su misericordia infinita llene sus corazones de consuelo y puedan tomar Su mano con la plena confianza que El les guiará a la verdad y a lo eterno. Hasta siempre, Sra. Margarita.
Con mucho pesar, pero también con mucho cariño extiendo mis condolencias y deseos de paz de Dios para la familia de la Sra. Margarita, a quien conocí mientras curcé mi enseñanza básica en la actual Escuela Arturo Prat Chacón, en ese entonces, E-14. Ella se desempeñó durante la jornada de la tarde, mientras yo cursaba 1 a 4 básico, desde 1981 a 1984. A través de mi mamá, Mara Levet, quien también fue profesora en dicho establecimiento, pude tener un poco más de cercanía en la sala de profesores con la Sra. Margarita, mientras esperaba a mi mamá y siempre y a lo largo de los años, cada vez que nos encontrábamos estaba su saludo cariñoso y su sonrisa dulce que quedarán para siempre en mis recuerdos y estoy segura que en la mente de todos quienes tuvimos la oportunidad de conocerla y que son fiel reflejo de esa personalidad de la que escuché de boca de sus hijos en su funeral. A veces sólo una sonrisa, como la de la Sra. Margarita, que sonreía hasta con sus ojos, con una transparencia tan grande y tan sincera, puede trascender para otras personas. Que Dios con su misericordia infinita llene sus corazones de consuelo y puedan tomar Su mano con la plena confianza que El les guiará a la verdad y a lo eterno. Hasta siempre, Sra. Margarita.